Página 596 - El Ministerio M

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Cuando pienso en la historia de nuestra obra en los últimos diez
años, sólo puedo decir: Ved lo que el Señor ha hecho. Él ha estado
obrando misericordiosamente para difundir luz en la senda de su
pueblo. A pesar de los obstáculos que se han enfrentado en la obra,
no tenemos por qué entristecernos, excepto al ver el fracaso de parte
del pueblo de Dios para seguir a su Líder paso a paso...
El trabajo en las ciudades es esencial para este tiempo, y ahora
debemos empréndelo con fe. Cuando las ciudades se trabajen como
Dios desea, el resultado será la puesta en operación de un poderoso
movimiento como nunca hemos contemplado. Quiera el Señor otor-
gar sabiduría a nuestros feligreses para que sepan cómo adelantar la
obra en armonía con su voluntad. Con poderosa fortaleza el clamor
debe resonar en nuestros grandes centros de población: “¡Aquí viene
el esposo; salid a recibirle!”
Todo medio debe ponerse en actividad
El ministro ordenado solo no es suficiente para dar el mensaje de
amonestación al mundo. Dios llama no solamente a ministros, sino
también a médicos, enfermeras, col-portores, obreros bíblicos y otros
laicos consagrados de diversos talentos que tengan un conocimiento
de la verdad presente para que consideren las necesidades de las
ciudades no amonestadas. Debiera haber cien obreros activamente
comprometidos en la obra misionera personal donde ahora hay sólo
uno. El tiempo pasa rápidamente. Hay mucha obra que hacer antes
que la oposición satánica cierre el camino. Todo medio debe ser
puesto en actividad para que las oportunidades presentes se utilicen
sabiamente.
El Señor llama a hombres y mujeres que tengan la luz de la
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verdad para este tiempo para que se dediquen a la obra misionera
genuina y personal. Especialmente los miembros de iglesia que
viven en la ciudad deben ejercitar, en toda humildad, los talentos
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