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El Ministerio Médico
Un tiempo de interés abrumador
Pronto la lucha entre las naciones se desencadenará con una in-
tensidad que ahora no anticipamos. El tiempo presente es de interés
abrumador para todos los vivos. Los gobernantes y dirigentes, los
que ocupan posiciones de confianza y autoridad, hombres y mujeres
inteligentes de todas las clases sociales, tienen su atención fija en
los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor. Ellos contem-
plan las relaciones tensas y agitadas que existen entre las naciones.
Observan la intensidad que se está apoderando de todo elemento
terrenal, y comprenden que algo grande y decisivo está por ocurrir;
que el mundo está en el umbral de una crisis estupenda.
Dios misericordiosamente nos ha otorgado un momento de tre-
gua. Todo poder que el cielo nos ha prestado debe utilizarse ahora
trabajando por los que perecen en la ignorancia. No debe haber
demora. La verdad debe proclamarse en los lugares tenebrosos de
la tierra. Los obstáculos deben enfrentarse y superarse. Una gran
obra debe hacerse, y esta obra les ha sido encomendada a los que
conocen la verdad para este tiempo.
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Como lámpara encendida
Se me instruye a expresar a nuestro pueblo palabras que le darán
ánimo para hacer diligentemente la obra que le vendrá en su día de
oportunidad. Se me instruye a exaltar la necesidad de una consa-
gración personal, y la santificación de todo el ser a Dios. Que cada
uno inquiera: ¿Señor, qué quieres que haga para que la vigilancia
de Cristo se vea en mi vida, para que yo pueda seguir su ejemplo,
para que pueda hablar palabras sinceras, que ayuden a las almas
que están en tinieblas? ¡Oh, cuánto deseo ver a los miembros de
la iglesia haciendo sus maravillosos vestidos, preparados para salir
a encontrar al esposo! Muchos están esperando para sentarse a la
fiesta de bodas del Cordero, sin estar preparados para la venida del
Rey. Son como ciegos: no parecen discernir su peligro.
El Señor os llama, oh, iglesia que ha sido bendecida con la ver-
dad, a dar el conocimiento de esta verdad a los que no la conocen.
De un término del mundo hasta el otro debe proclamarse el men-
saje de la pronta venida de Cristo. El mensaje del tercer ángel—el