Página 233 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Salario para los obreros de las casas editoras
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Resultados lamentables causados por el pago de sueldos ele-
vados
—Se me reveló que el movimiento creado para pagar sueldos
tan elevado
era totalmente contrario a los principios sobre los
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cuales se había establecido originalmente la casa editora; y ya ha
producido como resultado privar de miles de dólares a las diferentes
ramas de la causa de Dios. Muchas personas que pagan el diezmo y
presentan ofrendas, lo hacen practicando la abnegación personal, y
cuando se enteran de que los gerentes de la casa editora devengan
sueldos tan elevados por su trabajo, pierden su confienza en ellos
como hombres que han sido elegidos por Dios, puesto que no están
imbuidos con el espíritu de abnegación de Cristo. El dio su vida para
poder salvar almas, pero la gente está perdiendo la confianza en los
administradores de la institución.—
Carta 5, 1892
.
Los sueldos elevados no están de acuerdo con el plan de
Dios
—Los que hicieron y llevaron a cabo los planes para insu-
mir el dinero que Dios les había confiado en sueldos elevados para
sí mismos, no obtuvieron ningún provecho, aunque imaginen que se
beneficiaron. Al aceptar ese dinero revelaron que no eran dignos de
confianza en el manejo de los bienes del Señor. Esta acción testifica-
rá contra ellos y revelará que fueron motivados por principios que
Dios no nos ha autorizado aplicarlos en su obra.
La adopción de este procedimiento en Battle Creek privó a la
causa de Dios de dinero que él hubiera empleado ventajosamente
para hacer avanzar la obra en lugares donde el estandarte de la verdad
no había flameado todavía. El pago de sueldos tan desmesurados
era totalmente contrario al plan de Dios en cualquier ramo de su
obra; era, además, contrario al ejemplo dado por Cristo en su vida.
El Maestro más excelso que ha conocido el mundo dejó para cada
institución del mundo una pauta que contenía los principios de
abnegación y altruismo.—
Carta 31a, 1894
.
La administración de la casa editora Review and Herald, durante décadas estuvo
controlada por hombres que consiguieron asegurarse sueldos muy elevados en compara-
ción con lo que devengaban otros empleados de la institución. Este espíritu codicioso y
egoísta también se manifestó en su intento por colocar el control de la Pacific Press bajo
su propia jurisdicción. Esta injusticia y sed de poder fue una negación tan flagrante del
espíritu de Cristo, que mereció de parte de Elena de White algunos de sus reproches más
severos.