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Notas biográficas de Elena G. de White
vital importancia han de poner a prueba al mundo; y sin embargo en
nuestro propio país hay ciudades, aldeas y pueblos que nunca han
oído el mensaje de amonestación. Jóvenes que se sienten conmovi-
dos por los llamados realizados en procura de ayuda en esta gran
obra de hacer progresar la causa de Dios, realizan algún movimiento
de avance, pero no asumen la carga de la obra tan plenamente como
para hacer lo que debe hacerse.
Si los jóvenes que comienzan a trabajar en esta causa tuvieran el
espíritu misionero, darían evidencia de que Dios ciertamente los ha
llamado a la obra. Pero cuando no van a nuevos lugares, sino que
están contentos de ir de iglesia en iglesia, dan evidencia de que la
carga de la obra no está sobre ellos. Las ideas de nuestros predicado-
res jóvenes no son lo suficientemente amplias. Su celo es demasiado
débil. Si los jóvenes estuvieran despiertos y dedicados al Señor,
serían diligentes en todo momento, y buscarían las calificaciones
necesarias para llegar a ser obreros en el campo misionero.
Los jóvenes deben estar adquiriendo las calificaciones para ese
trabajo y familiarizarse con otros idiomas, para que Dios los use
como medios de comunicar su verdad salvadora a los habitantes
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de otras naciones. Estos jóvenes pueden obtener un conocimiento
de otras lenguas aun mientras están empeñados en trabajar por los
pecadores. Si son económicos en la forma de aprovechar su tiempo,
pueden estar progresando mentalmente, y calificándose para una
utilidad más amplia. Si las jóvenes que han llevado sólo pocas
responsabilidades se consagraran a Dios, podrían calificarse para
ser útiles estudiando y familiarizándose con otros idiomas. Podrían
dedicarse a la obra de traducir.
Nuestras publicaciones deben imprimirse en otras lenguas, a
fin de que las naciones extranjeras puedan ser alcanzadas
Mucho
puede hacerse por medio de la prensa, pero se podría hacer aún más
si la influencia de las labores de los predicadores activos acompaña
a nuestras publicaciones. Se necesitan misioneros que vayan a otros
países para predicar la verdad de una manera cuidadosa. La causa de
la verdad presente puede ser grandemente extendida por el esfuerzo
personal.
Cuando estas palabras fueron escritas, en 1871, se había hecho solamente un co-
mienzo en la preparación y la publicación de material denominacional impreso en las
diferentes lenguas de Europa y de otros países.