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Notas biográficas de Elena G. de White
tra fe es confirmada; nuestra esperanza es más brillante; nuestra
creencia en el testimonio de las Escrituras se ha fortalecido’”.
“Yo he asistido a muchos congresos campestres—testificó el
pastor O. A. Olsen, concerniente a las reuniones de Brighton—, pero
nunca antes había presenciado tanto interés de parte de la gente de
afuera. Esto se parece más que ninguna cosa que haya visto hasta
ahora a lo que, en mi imaginación, yo pensaría que es la fuerte voz
del mensaje del tercer ángel. Está impresionando profundamente a
la ciudad de Melbourne. Dondequiera que uno va, el tema principal
de las conversaciones es el congreso y lo que allí se ve y se escucha.
Desde todas partes llegan fervientes pedidos de reuniones...
“Para nuestros hermanos esta reunión ha sido del mayor valor
posible. Les ha dado ideas mucho más amplias de la obra para este
tiempo, y una experiencia cristiana más profunda. Después que ellos
han estado aquí una semana, votaron casi unánimemente continuar
todavía otra semana”
“Como una proyección del congreso campestre de Brighton—
testificó más tarde la Sra. White—, surgieron varias iglesias. Visité
la iglesia de Williamstown, y me regocijé al ver que muchos tenían
el valor moral de manifestar su lealtad a los mandamientos de Dios a
pesar de la continua oposición que se había acumulado contra ellos
y contra la santa ley de Dios.
“Se levantó una iglesia en Hawthorne, y otra en Brighton. Unas
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sesenta personas pertenecen a estas dos iglesias. Un gran número
de nuevos miembros se han añadido a la iglesia de Prahan, y a la
iglesia de Fitzroy Norte. Están llegando continuamente personas que
escucharon la verdad en el congreso de Brighton.
“Algunos dirán que estos congresos campestres son muy costo-
sos, y que la Asociación no puede sostener otra reunión semejante;
pero cuando vemos las tres iglesias que han sido organizadas, y
que están prosperando en la fe, ¿podemos dudar de la respuesta a
la pregunta: ‘¿Vale la pena?’ ¿No elevaremos nuestras voces en la
afirmación decidida de ‘Vale la pena’?”
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The Review and Herald, 6 de marzo de 1894
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