Matrimonio y actividades conjuntas
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así como la institución más adecuada para unir los corazones de los
queridos y esperanzados santos de Dios.
Vi que Dios tenía hijos que no echan de ver ni guardan el sábado.
No han rechazado la luz referente a él. Y cuando empezó el tiempo
de angustia, fuimos llenos del Espíritu Santo al salir a proclamar
más plenamente el sábado
Esto enfureció a las otras iglesias y a los
adventistas nominales, pues no podían refutar la verdad sabática, y
entonces todos los escogidos de Dios comprendieron claramente que
nosotros poseíamos la verdad, y salieron y sufrieron la persecución
con nosotros. Vi guerra, hambre, pestilencia y grandísima confusión
en la tierra. Los malvados pensaron que nosotros habíamos acarreado
el castigo sobre ellos, y se reunieron en consejo para raernos de la
tierra, creyendo que así cesarían los males.
En el tiempo de angusti
huimos todos de las ciudades y pue-
blos, pero los malvados nos perseguían y entraban a cuchillo en las
casas de los santos; pero al levantar la espada para matarnos, ésta
se quebraba y caía tan inútil como una brizna de paja. Entonces
clamamos día y noche por liberación, y el clamor llegó a Dios.
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Salió el sol y la luna se detuvo. Cesaron de fluir las corrientes
de aguas. Aparecieron negras y densas nubes que se entrechocaban
unas con otras. Pero había un espacio de gloria fija, del que, cual
estruendo de muchas aguas, salía la voz de Dios que estremecía
cielos y tierra. El firmamento se abría y se cerraba en honda conmo-
ción. Las montañas temblaban como cañas agitadas por el viento
y lanzaban peñascos a su alrededor. El mar hervía como una olla y
despedía piedras sobre la tierra.
Y al anunciar Dios el día y la hora de la venida de Jesús, en
tanto expresaba ante su pueblo el pacto sempiterno, pronunciaba
una frase y se detenía, mientras las palabras repercutían por toda la
tierra. El Israel de Dios permanecía con los ojos en alto, escuchando
las palabras según salían de labios de Jehová, que retumbaban por
la tierra como estruendo del trueno más potente. El espectáculo
era pavorosamente solemne, y al terminar cada frase, los santos
exclamaban: “¡Glorial ¡Aleluya!” Su aspecto estaba iluminado con
la gloria de Dios, y resplandecían sus rostros como el de Moisés
No se refiere aquí al tiempo de angustia que sigue al fin del juicio investigador, sino
a la angustia previa a esa fecha.—
N. del T
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Después del fin del juicio investigador.—
N. del T
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