Página 111 - Obreros Evang

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El tacto
En la obra de ganar almas, se necesita mucho tacto y sabiduría.
El Salvador no suprimió nunca la verdad, sino que la declaró siempre
con amor. En su trato con los demás, él manifestaba el mayor tacto,
y era siempre bondadoso y reflexivo. Nunca fué rudo, nunca dijo
sin necesidad una palabra severa, nunca causó pena innecesaria a
un alma sensible. No censuró la debilidad humana. Denunció sin
reparos la hipocresía, incredulidad e iniquidad, pero había lágrimas
en su voz cuando pronunciaba sus penetrantes reprensiones. Nunca
hizo cruel la verdad, sino que manifestó siempre profunda ternura
hacia la humanidad. Cada alma era preciosa a su vista. Se portaba
con divina dignidad y se inclinaba con la más tierna compasión y
consideración sobre cada miembro de la familia de Dios. En todos
veía almas que era su misión salvar.
La discreción de Pablo
El predicador no debe pensar que se ha de decir toda la verdad a
los incrédulos en toda ocasión. Debe estudiar con cuidado cuándo
debe hablar, qué debe decir, y qué debe callar. Esto no es practicar el
engaño; es obrar como obraba Pablo. “Siendo libre para con todos—
escribió a los corintios,—me he hecho siervo de todos por ganar a
más. Heme hecho a los judíos como judío, por ganar a los judíos; a
los que están sujetos a la ley (aunque yo no sea sujeto a la ley) como
sujeto a la ley, por ganar a los que están sujetos a la ley; a los que
son sin ley, como si yo fuera sin ley (no estando yo sin ley de Dios,
mas en la ley de Cristo), por ganar a los que estaban sin ley. Me he
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hecho a los flacos flaco, por ganar a los flacos: a todos me he hecho
todo, para que de todo punto salve a algunos.
Pablo no se dirigía a los judíos de un modo que despertase sus
prejuicios. No les decía primero que debían creer en Jesús de Naza-
ret; sino que se espaciaba en las profecías que hablaban de Cristo, de
1 Corintios 9:19-22
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