Página 139 - Obreros Evang

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“Que prediques la palabra”
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pliendo. Expliquen nuestros predicadores y maestros estas profecías
a aquellos a quienes instruyen. Excluyan de sus discursos los asun-
tos de menor importancia, y presenten las verdades que decidirán el
destino de las almas.
El tiempo en que vivimos exige constante vigilancia, y los mi-
nistros de Dios han de presentar la luz referente a la cuestión del
sábado. Deben advertir a los habitantes del mundo de que Cristo
volverá pronto con poder y grande gloria. El último mensaje de amo-
nestación al mundo ha de hacer ver a los hombres la importancia
que Dios concede a su ley. Tan claramente ha de ser presentada la
verdad que ningún transgresor que la oiga tenga excusa por dejar
de discernir la importancia de la obediencia a los mandamientos de
Dios.
Se me ha ordenado que diga: Recoged en las Escrituras las
pruebas de que Dios santificó el séptimo día y leed estas pruebas
ante la congregación. Mostrad a los que no oyeron la verdad que
todos los que se apartan de un claro “así dice Jehová,” deberán sufrir
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el resultado de su conducta. En todos los siglos, el sábado ha sido la
prueba de la lealtad hacia Dios. “Señal es para siempre entre mí y
los hijos de Israel,
declara el Señor.
La política en las cosas sagradas
El Evangelio encuentra ahora oposición por todos lados. Nunca
fué la confederación del mal más fuerte que actualmente. Los es-
píritus del mal están combinándose con los agentes humanos para
hacer guerra contra los mandamientos de Dios. La tradición y la
mentira quedan ensalzadas por encima de las Escrituras; la razón y
la ciencia por encima de la revelación; el talento humano por encima
de la enseñanza del Espíritu; las formas y ceremonias por encima
del poder vital de la piedad. Graves pecados han separado de Dios
a la gente. La incredulidad se está poniendo rápidamente de moda.
“No queremos que éste reine sobre nosotros,” es el lenguaje de mi-
llares. Los ministros de Dios deben hacer resonar la voz como el
sonido de una trompeta, y mostrar al pueblo sus transgresiones. Los
sermones halagadores que tan a menudo se predican no producen
impresión duradera, y después de oírlos, los hombres no quedan con
Éxodo 31:17
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