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La distribución del pan de vida
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elocuentes, o argumentos profundos, sino de su sencillez y de su
adaptación a las necesidades de aquellos que tienen hambre del pan
de vida.
Es la eficiencia impartida por el Espíritu Santo lo que hace eficaz
el ministerio de la palabra. Cuando Cristo habla por medio del
predicador, el Espíritu Santo prepara los corazones de los oyentes
para recibir la palabra. El Espíritu Santo no es un siervo, sino un
poder que dirige. Hace resplandecer la verdad en la mente, y habla
en todo discurso cuando el predicador se entrega a la operación
divina. El Espíritu es lo que rodea al alma de una atmósfera santa, y
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habla a los impenitentes palabras de amonestación, para señalarles a
Aquel que quita el pecado del mundo.
* * * * *
En todos los que reciben la preparación divina, debe revelarse
una vida que no está en armonía con el mundo, sus costumbres o
prácticas; y cada uno necesita tener experiencia personal en cuanto
a obtener el conocimiento de la voluntad de Dios. Debemos oírlo
individualmente hablarnos al corazón. Cuando todas las demás voces
quedan acalladas, y en la quietud esperamos delante de él, el silencio
del alma hace más distinta la voz de Dios. Nos invita: “Estad quietos
y conoced que yo soy Dios.
Solamente allí puede encontrarse
verdadero descanso. Y ésta es la preparación eficaz para todo trabajo
que se haya de realizar para Dios. Entre la muchedumbre apresurada
y el recargo de las intensas actividades de la vida, el alma que es así
refrigerada quedará rodeada de una atmósfera de luz y de paz. La
vida respirará fragancia, y revelará un poder divino que alcanzará a
los corazones humanos.—
El Deseado de Todas las Gentes, 316
.
[164]
Salmos 46:10
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