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La predicación de Cristo
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que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
¡Qué amor
maravilloso, insondable, el que indujo a Cristo a morir por nosotros
cuando éramos todavía pecadores! ¡Y qué pérdida sufre el alma que,
comprendiendo las fuertes exigencias de la ley, deja de reconocer
que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia de Cristo!
Cuando es presentada de la debida manera, la ley revela el amor
de Dios. Pero no es extraño que los corazones no se enternezcan por
la verdad cuando ella es presentada de una manera fría y sin vida;
no es extraño que la fe vacile ante las promesas de Dios, cuando los
predicadores y los obreros dejan de presentar a Jesús en su relación
con la ley.
Algunos de los que trabajan en la causa de Dios han estado
demasiado listos para lanzar denuncias contra el pecador; y el amor
del Padre al dar a su Hijo para que muriese por la especie humana,
ha sido mantenido en la sombra. Que aquel que enseña la verdad
dé a conocer al pecador lo que Dios es en realidad,—un Padre que
aguarda con anhelante amor para recibir al pródigo que vuelve, sin
dirigirle acusaciones de ira, sino preparándole un festín de bienve-
nida para celebrar su regreso. ¡Ojalá aprendiésemos todos a ganar
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almas de la misma manera en que lo hacía el Señor!
Dios quiere apartar las mentes de la convicción lógica para
atraerlas a una convicción más profunda, elevada, pura y gloriosa.
Muchas veces, la lógica humana casi apagó la luz cuyos claros rayos
Dios quería hacer resplandecer para convencer a los hombres de que
el Señor de la naturaleza es digno de toda alabanza y gloria, porque
es Creador de todas las cosas.
Algunos predicadores yerran al construir sus sermones entera-
mente con argumentos. Hay quienes oyen la teoría de la verdad, y
se sienten impresionados por las pruebas presentadas; entonces, si
Cristo es presentado como Salvador del mundo, la semilla sembrada
brotará y dará fruto para gloria de Dios. Pero a menudo la cruz del
Calvario no es presentada a la gente. Puede ser que algunos estén
escuchando el último sermón de su vida, y la áurea oportunidad sea
perdida para siempre. Si Cristo y su amor redentor hubiesen sido
proclamados en conexión con la teoría de la verdad, dichas personas
podrían haber sido ganadas para él.
Juan 3:16
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