Página 24 - Obreros Evang

Basic HTML Version

20
Obreros Evangélicos
levantarse o apartarse la puerta y el velo interior del templo, y él
pudo mirar adentro, al lugar santísimo, donde ni siquiera los pies
del profeta podían entrar. Se presentó delante de él una visión de
Jehová sentado en un trono elevado, mientras que el séquito de su
gloria llenaba el templo. En derredor del trono había serafines, como
guardas alrededor del gran Rey, que reflejaban la gloria que los
rodeaba. Al repercutir sus cantos de alabanza en profundas notas de
adoración, temblaban las columnas de la puerta, como si las agitase
un terremoto. Con labios no mancillados por el pecado, estos ángeles
expresaban las alabanzas de Dios. “Santo, santo, santo, Jehová de
los ejércitos—clamaban:—toda la tierra está llena de su gloria.
Los serafines que rodean el trono están tan embargados de reve-
rente temor al contemplar la gloria de Dios, que ni por un instante
se miran a sí mismos con admiración. Sus loores son para Jehová de
los ejércitos. Al penetrar su mirada en el futuro, cuando toda la tierra
estará llena de su gloria, el canto triunfal repercute del uno al otro en
melodiosos acentos: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos.”
Están plenamente satisfechos con glorificar a Dios; morando en su
presencia, bajo su sonrisa de aprobación, no desean otra cosa. Con
[22]
llevar su imagen, hacer su mandato, adorarle, se cumple su ambición
más elevada.
Mientras el profeta escuchaba, la gloria, el poder y la majestad
del Señor se revelaron a su visión; y a la luz de esta revelación su
propia contaminación interior apareció con pasmosa claridad. Sus
palabras mismas le parecían viles. En profunda humillación, clamó:
“¡Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios,
... han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”
La humillación de Isaías era sincera. Al serle presentado cla-
ramente el contraste entre la humanidad y el carácter divino, se
sentía completamente ineficiente e indigno. ¿Cómo podría declarar
al pueblo los santos requisitos de Jehová?
“Y voló hacia mí uno de los serafines,—escribe,—teniendo en
su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas: y
tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios,
y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.”
Véase
Isaías 6:1-8
.