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Obreros Evangélicos
dolas a acercarse a las redes que Satanás tendió para los pies de los
que se extravían. En vez de pensar en vuestro desaliento, pensad en
el poder que podéis pedir en el nombre de Cristo. Que vuestra ima-
ginación se aferre a las cosas invisibles. Que vuestros pensamientos
se dirijan a las evidencias del gran amor de Dios hacia vosotros. La
fe puede soportar la prueba, resistir la tentación, levantarse después
del chasco. Jesús vive como abogado nuestro. Es nuestro todo lo
que su mediación consigue.
¿No pensáis que Cristo aprecia a aquellos que viven enteramente
por él? ¿No pensáis que él visita a los que, como el amado Juan en
el destierro, se hallan por su causa en situaciones tristes y penosas?
Dios no dejará solo a ninguno de sus obreros fieles, para luchar
contra grandes dificultades y quedar vencido. El guarda como joya
preciosa a todo aquel cuya vida está escondida con Cristo en él. De
cada uno de los tales dice: “Ponerte he como anillo de sellar: porque
yo te escogí.
Entonces habla de las promesas; habla de lo dispuesto que está
Cristo a bendecir. El no nos obliga ni por un breve momento. Cuando,
a pesar de circunstancias desagradables, reposemos confiadamente
en su amor y nos encerremos con él, el sentimiento de su presencia
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nos inspirará un gozo profundo y tranquilo. Cristo dijo de sí mismo:
“Nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo.
Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el
Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre....
Cultivad la costumbre de hablar bien de otros. Espaciaos en las
buenas cualidades de aquellos con quienes os asociáis, y notad tan
poco como sea posible sus errores y faltas. Cuando estéis tentados
a quejaros de lo que alguno dijo o hizo, alabad algo en la vida o el
carácter de esa persona. Cultivad el agradecimiento. Alabad a Dios
por su amor maravilloso al dar a Cristo para morir por nosotros.
Nunca nos vale de mucho pensar en nuestros pesares. Dios nos pide
que pensemos en su misericordia y en su amor sin par, para que nos
inspiren alabanzas.
Los que trabajan con ardor no tienen tiempo para espaciarse en
las faltas ajenas. No podemos vivir de la hojarasca de los defectos y
Hageo 2:23
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Juan 8:28, 29
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