Página 108 - La Oraci

Basic HTML Version

104
La Oración
sentirse impotente; pues Cristo declara: “Toda potestad me es dada
en el cielo y en la tierra”. Él ha prometido que dará su poder a sus
obreros. El poder de Cristo llegará a ser el de ellos.—
El Colportor
Evangélico, 151
.
Satanás no puede vencer a quien ora
El enemigo no puede vencer al humilde alumno de Cristo, al que
ora y anda en presencia del Señor. Cristo se interpone entre ambos
como un escudo, un refugio, para desviar los ataques del maligno.
Se ha prometido lo siguiente: “Porque vendrá el enemigo como río,
mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”... No hay
poder en todo el ejército satánico que pueda desarmar al alma que
confía, con sencilla fe, en la sabiduría que desciende de Dios.—
Mi
vita hoy, 326
.
Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo
de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro
adversario procura constantemente obstruir el camino al propiciato-
rio, para que no obtengamos mediante ardiente súplica y fe, gracia y
poder para resistir a la tentación.—
El Camino a Cristo, 94
.
Muchas veces las tentaciones parecen irresistibles, y es porque
se ha descuidado la oración y el estudio de la Biblia, y por ende no
se pueden recordar luego las promesas de Dios ni oponerse a Satanás
con las armas de las Santas Escrituras. Pero los ángeles rodean a los
que tienen deseos de aprender cosas divinas, y en situaciones graves
traerán a su memoria las verdades que necesitan.—
Seguridad y Paz
en el Conflicto de los Siglos, 658
.
Hay un gran poder en la oración. Nuestro poderoso adversario
constantemente procura mantener lejos de Dios al alma turbada. Una
súplica elevada al cielo por el santo más humilde es más temible para
Satanás que los decretos gubernamentales o las órdenes reales.—
Comentario Bíblico Adventista 7:70
.
[109]
La oración fue la fuente del poder de la reforma
Del lugar secreto de oración fue de donde vino el poder que
hizo estremecerse al mundo en los días de la gran Reforma. Allí,
con santa calma, se mantenían firmes los siervos de Dios sobre la