Página 109 - La Oraci

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El poder de la oración
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roca de sus promesas. Durante la agitación de Augsburgo, Lutero
“no dejó de dedicar tres horas al día a la oración; y este tiempo lo
tomaba de las horas del día más propicias al estudio”. En lo secreto
de su vivienda se le oía derramar su alma ante Dios con palabras
“de adoración, de temor y de esperanza, como si hablara con un
amigo”.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 222, 223
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