Página 127 - La Oraci

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Oraciones respondidas
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Pero debemos mostrar una confianza firme y sin rodeos en Dios.
A menudo él tarda en contestarnos para probar nuestra fe o la since-
ridad de nuestro deseo. Al pedir de acuerdo con su Palabra, debemos
creer su promesa y presentar nuestras peticiones con una determi-
nación que no será denegada.—
Palabras de Vida del Gran Maestro,
111
.
Cuando los que conocen la verdad practiquen la abnegación
ordenada en la Palabra de Dios, el mensaje avanzará con poder. El
Señor oirá nuestras oraciones en favor de la conversión de las almas.
El pueblo de Dios hará brillar su luz, y los incrédulos, al ver sus
buenas obras, glorificarán a nuestro Padre celestial.—
Mensajes para
los Jóvenes, 313
.
El hecho de que Cristo se haya demorado dos días después de
oír que Lázaro estaba enfermo, no era un descuido o negación de su
parte. Era su propósito permanecer donde estaba hasta que la muerte
de Lázaro ocurriera, para así poder dar al pueblo una evidencia de
su divinidad, no en solo restaurar a un hombre moribundo, sino en
resucitar a la vida a un hombre que había sido ya sepultado.
Esto debiera darnos ánimo. A veces somos tentados a pensar
que la promesa: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y
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se os abrirá”, no se ha cumplido a menos que la respuesta llegue
inmediatamente al hacerse la petición. Es nuestro privilegio pedir
bendiciones especiales, y creer que nos serán concedidas. Pero si la
bendición que hemos pedido no se nos concede de inmediato, no
debemos creer que nuestras oraciones no fueron oídas. Recibiremos,
aun si la respuesta es demorada por un tiempo. En cumplir el plan
de la redención, Cristo ve bastante en la humanidad como para des-
animarse; pero él no se desanima. En misericordia y amor continúa
ofreciéndonos oportunidades y privilegios. Por eso, debiéramos des-
cansar en el Señor y esperar pacientemente en él. Puede ser que la
respuesta a nuestras oraciones no venga tan rápidamente como lo
deseamos, y que no sea exactamente lo que habíamos pedido; pero
el que sabe lo que es para el máximo bien de sus hijos, derramará
una mayor bendición que la que hemos pedido, si no somos infieles
ni nos desanimamos.—
The Youth’s Instructor, 6 de abril de 1899
.
Todos deseamos respuestas inmediatas y directas a nuestras ora-
ciones, y estamos dispuestos a desalentarnos cuando la contestación
tarda, o cuando llega en forma que no esperábamos. Pero Dios es