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La Oración
demasiado sabio y bueno para contestar siempre a nuestras oraciones
en el plazo exacto y en la forma precisa que deseamos. Él quiere
hacer en nuestro favor algo más y mejor que el cumplimiento de
todos nuestros deseos. Y por el hecho de que podemos confiar en
su sabiduría y amor, no debemos pedirle que ceda a nuestra volun-
tad, sino procurar comprender su propósito y realizarlo. Nuestros
deseos e intereses deben perderse en su voluntad. Los sucesos que
prueban nuestra fe son para nuestro bien, pues denotan si nuestra fe
es verdadera y sincera, y si descansa en la Palabra de Dios sola, o
si, dependiente de las circunstancias, es incierta y variable. La fe se
fortalece por el ejercicio. Debemos dejar que la paciencia perfeccio-
ne su obra, recordando que hay preciosas promesas en las Escrituras
para los que esperan en el Señor.—
El Ministerio de Curación, 176
.
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Vi que los siervos de Dios y la iglesia se desanimaban con
excesiva facilidad. Cuando pedían a su Padre celestial cosas que
pensaban necesitar y estas cosas no les llegaban inmediatamente,
su fe vacilaba, su valor desaparecía, y se posesionaba de ellos un
sentimiento de murmuración. Vi que esto desagradaba a Dios.
Todo santo que se allega a Dios con un corazón fiel, y eleva sus
sinceras peticiones a él con fe, recibirá contestación a sus oraciones.
Vuestra fe no debe desconfiar de las promesas de Dios, si es que
no veis o sentís la inmediata respuesta a estas oraciones. No temáis
confiar en Dios. Fiad en su segura promesa: “Pedid, y recibiréis”.
Dios es demasiado sabio para errar, y demasiado bueno para privar
de cualquier cosa buena a sus santos que andan íntegramente. El
hombre está sujeto a errar, y aunque sus peticiones asciendan de
un corazón sincero, no siempre pide las cosas que sean buenas
para sí mismo, o que hayan de glorificar a Dios. Cuando tal cosa
sucede, nuestro sabio y bondadoso Padre oye nuestras oraciones, y
nos contestará, a veces inmediatamente; pero nos da las cosas que
son mejores para nosotros y para su propia gloria.
Cuando Dios nos da bendiciones, si pudiésemos mirar su plan,
veríamos claramente que él sabe lo que es mejor para nosotros, y que
nuestras oraciones obtienen respuesta. Nunca nos da nada perjudi-
cial, sino la bendición que necesitamos, en lugar de algo que pedimos
y que no sería bueno para nosotros, sino que nos perjudicaría.
Vi que si no sentimos inmediatamente la respuesta a nuestras
oraciones, debemos retener firmemente nuestra fe, no permitiendo