Página 156 - La Oraci

Basic HTML Version

152
La Oración
templos y arboledas, donde se adoraban obras de hechura humana.
Los beneficios que Dios le dio a su pueblo no despertó en ellos la
gratitud hacia el Dador. Ellos le atribuían al favor de sus dioses todos
los dones del cielo, los manantiales, las corrientes de agua viva, el
suave rocío y las lluvias que refrescaban la tierra y causaban que sus
campos produjeran frutos abundantes.
La fiel alma de Elías se contristaba. Se despertó su indignación
y sintió celos por la gloria de Dios. Vio que Israel se había hundido
en temible apostasía. Estaba abrumado con asombro y pena por la
apostasía del pueblo cuando trajo a la memoria las grandes cosas que
Dios había hecho por ellos. Pero todo esto había sido olvidado por
la mayoría. Fue ante la presencia de Dios, y con el alma conmovida
y angustiada, le rogó que salvase a su pueblo si este tenía que ser
castigado. Le rogó que privase a su pueblo desagradecido del rocío
y la lluvia, los tesoros del cielo, de manera que el Israel apóstata
[165]
acudiera a sus ídolos de oro, madera y piedra, al sol, la luna y las
estrellas, en busca de rocío y lluvia, y al no obtener resultados, se
tornasen arrepentidos hacia Dios.—
The Review and Herald, 16 de
septiembre de 1873
.
La victoria de Elías gracias a la oración
Durante los largos años de sequía y hambre, Elías rogó fer-
vientemente que el corazón de Israel se tornase de la idolatría a
la obediencia a Dios. Pacientemente aguardaba el profeta mientras
que la mano del Señor apremiaba gravosamente la tierra castigada.
Mientras veía multiplicarse por todos lados las manifestaciones de
sufrimiento y escasez, su corazón se agobiaba de pena y suspiraba
por el poder de provocar una presta reforma. Pero Dios mismo estaba
cumpliendo su plan, y todo lo que su siervo podía hacer era seguir
orando con fe y aguardar el momento de una acción decidida.—
La
Historia de Profetas y Reyes, 97
.
Debemos orar mucho en secreto. Cristo es la vid, y nosotros los
sarmientos. Y si queremos crecer y fructificar, debemos absorber
continuamente savia y nutrición de la viviente Vid, porque separados
de ella no tenemos fuerza.
Pregunté al ángel por qué no había más fe y poder en Israel. Me
respondió: “Soltáis demasiado pronto el brazo del Señor. Asediad el