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La Oración
porque acerca de ese profeta de las montañas de Galaad está escrito:
“Elías era hombre sujeto a semejantes pasiones que nosotros, y rogó
con oración que no lloviese, y no llovió sobre la tierra en tres años y
seis meses”.
Santiago 5:17
.
Una fe tal es lo que se necesita en el mundo hoy, una fe que se
aferre a las promesas de la palabra de Dios, y se niegue a renunciar a
ellas antes que el cielo oiga. Una fe tal nos relaciona estrechamente
con el cielo, y nos imparte fuerza para luchar con las potestades de
las tinieblas. Por la fe los hijos de Dios “ganaron reinos, obraron
justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de leones, apagaron
fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfer-
medades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de
extraños”.
Hebreos 11:33, 34
. Y por la fe hemos de llegar hoy a las
alturas del propósito que Dios tiene para nosotros. “Si puedes creer,
al que cree todo es posible”.
Marcos 9:23
.
La fe es un elemento esencial de la oración que prevalece. “Por-
que es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan”. “Si demandáremos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en
cualquier cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peti-
ciones que le hubiéremos demandado”.
Hebreos 11:6
;
1 Juan 5:14,
15
. Con la fe perseverante de Jacob, con la persistencia inflexible de
Elías, podemos presentar nuestras peticiones al Padre, solicitando
todo lo que ha prometido. El honor de su trono está empeñado en
el cumplimiento de su palabra.—
La Historia de Profetas y Reyes,
114-116
.
Elías perseveró en oración hasta que vino la respuesta
Se nos presentan importantes lecciones en la experiencia de
Elías. Cuando en el monte Carmelo pidió lluvia en oración, su fe
fue puesta a prueba, pero perseveró haciendo conocer su pedido a
Dios. Seis veces oró fervientemente, y sin embargo no hubo señal
de que su petición fuera concedida; pero con fe vigorosa insistió
en su petición ante el trono de la gracia. Si a la sexta vez hubiera
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desistido a causa del desánimo, no habría sido contestada su oración;
pero perseveró hasta que recibió la respuesta. Tenemos un Dios
cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones, y si ponemos a