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La Oración
Ezequías
El mensaje enviado por el rey fue este: “Este día es día de an-
gustia, y de reprensión, y de blasfemia... Quizás oirá Jehová tu Dios
todas las palabras de Rabsaces, al cual el rey de los Asirios su señor
ha enviado para injuriar al Dios vivo, y a vituperar con palabras,
las cuales Jehová tu Dios ha oído: por tanto, eleva oración por las
reliquias que aun se hallan”.
Vers. 3, 4
.
“Mas el rey Ezequías, y el profeta Isaías hijo de Amós, oraron
por esto, y clamaron al cielo”.
2 Crónicas 32:20
.
Dios contestó las oraciones de sus siervos. A Isaías se le comu-
nicó este mensaje para Ezequías: “Así ha dicho Jehová: No temas
por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado
los siervos del rey de Asiria. He aquí pondré yo en él un espíritu, y
oirá rumor, y volveráse a su tierra: y yo haré que en su tierra caiga a
cuchillo”.
2 Reyes 19:6, 7
.—
La Historia de Profetas y Reyes, 263
.
Ezequías oraba de acuerdo con la voluntad Dios
Cuando el rey de Judá recibió la carta desafiante, la llevó al
templo, y extendiéndola “delante de Jehová” (
vers. 14
), oró con fe
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enérgica pidiendo ayuda al cielo para que las naciones de la tierra
supiesen que todavía vivía y reinaba el Dios de los hebreos. Estaba
en juego el honor de Jehová; y solo él podía librarlos.
Ezequías intercedió: “Jehová Dios de Israel, que habitas entre
los querubines, tú solo eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú
hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh
Jehová, tus ojos, y mira: y oye las palabras de Senaquerib, que ha
enviado a blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh Jehová, que los
reyes de Asiria han destruido las gentes y sus tierras; y que pusieron
en el fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra
de manos de hombres, madera o piedra, y así los destruyeron. Ahora
pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te suplico, de su mano, para
que sepan todos los reinos de la tierra que tú solo, Jehová, eres Dios”.
2 Reyes 19:15-19
...
La súplica de Ezequías en favor de Judá y del honor de su Go-
bernante supremo, armonizaba con el propósito de Dios. Salomón,
en la oración que elevó al dedicar el templo había rogado al Señor
que sostuviese la causa “de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo;