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La Oración
fue incitado a trabajar con renovado celo y valor. No podía menos
que reconocer la lealtad, el patriotismo y el profundo amor a Dios
que animaban a Nehemías, y al notar todo esto, el pueblo estaba
dispuesto a seguirlo adónde lo guiaba.—
La Historia de Profetas y
Reyes, 498, 499
.
Juan el Bautista
Pero Juan no pasaba la vida en ociosidad, ni en lobreguez ascética
o aislamiento egoísta. De vez en cuando, salía a mezclarse con
los hombres; y siempre observaba con interés lo que sucedía en
el mundo. Desde su tranquilo retiro, vigilaba el desarrollo de los
sucesos. Con visión iluminada por el Espíritu divino, estudiaba los
caracteres humanos para poder saber cómo alcanzar los corazones
con el mensaje del cielo. Sentía el peso de su misión. En la soledad,
por la meditación y la oración, trataba de fortalecer su alma para la
carrera que le esperaba.—
El Deseado de Todas las Gentes, 77
.
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La oración capacitaba a Juan para enfrentarse a los reyes de la
tierra
Juan el Bautista fue enseñado por el Señor en su vida del desierto.
Estudiaba las revelaciones de Dios en la naturaleza. Bajo la dirección
del Divino Espíritu, estudiaba los pergaminos de los profetas. De
día y de noche, su estudio y meditación eran sobre Cristo, hasta que
su mente, corazón y alma se colmaron de la visión gloriosa.
Contemplaba al Rey en su hermosura, y perdía de vista el yo.
Contemplaba la majestad de la santidad y reconocía su propia in-
eficiencia y falta de mérito. Lo que debía declarar era el mensaje
de Dios. Era en el poder de Dios y su justicia que se mantendría
firme. Estaba listo para salir como mensajero del cielo, sin temor
a lo humano, porque había contemplado lo divino. Podía mante-
nerse con valor delante de la presencia de los monarcas del mundo
porque con temor y temblor se había postrado ante el Rey de reyes.—
Testimonios para la Iglesia 8:346, 347
.