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Capítulo 14—La oración diaria
Tan esencial como nuestro alimento diario
Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar,
debemos formar hábitos correctos en nuestra vida religiosa. La
oración diaria es tan esencial para el crecimiento en la gracia y
aun para la misma vida espiritual, como el alimento temporal lo es
para el bienestar físico. Deberíamos acostumbrarnos a elevar con
frecuencia los pensamientos a Dios en oración. Si la mente se desvía,
debemos hacerla volver; por el esfuerzo perseverante, el hábito lo
hará fácil al final. No hay seguridad separándonos un solo momento
de Cristo. Podemos contar con su presencia para ayudarnos a cada
paso, pero solo si observamos las condiciones que él mismo ha
dictado.—
Mensajes para los Jóvenes, 112, 113
.
Todos los que hoy acuden a Cristo, deben recordar que los mé-
ritos de él son el incienso que se mezcla con las oraciones de los
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que se arrepienten de sus pecados y reciben perdón, misericordia y
gracia. Nuestra necesidad de la intercesión de Cristo es constante.
Día tras día, mañana y tarde, el corazón humilde necesita elevar ora-
ciones que recibirán respuestas de gracia, paz y gozo. “Ofrezcamos
siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir,
fruto de labios que confiesen su nombre. Y de hacer bien y de la
ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada
Dios.—
Comentario Bíblico Adventista 6:1078
.
Empezar el día orando
Es nuestro privilegio abrir el corazón y permitir que los rayos de
la presencia de Cristo entren en él. Hermano mío, hermana mía, dad
el rostro a la luz. Poneos en contacto verdadero y personal con Cristo,
para que podáis ejercer una influencia elevadora y vivificadora. Que
vuestra fe sea fuerte, pura y firme. Que la gratitud a Dios llene
vuestro corazón. Cuando os levantáis en la mañana, arrodillaos junto
a vuestro lecho, y pedid a Dios que os fortalezca para cumplir los
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