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La oración privada
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familiarizándonos personalmente con nuestro Padre celestial.—
El
ministerio médico, 133
.
El pueblo de Dios descuida la oración personal
He observado frecuentemente que los hijos del Señor descuidan
la oración, y sobre todo la oración secreta; la descuidan demasiado.
Muchos no ejercitan la fe que es su privilegio y deber ejercitar, y a
menudo aguardan aquel sentimiento íntimo que solo la fe puede dar.
El sentimiento de por sí no es fe. Son dos cosas distintas.—
Primeros
Escritos, 72
.
[217]
Nuestro Creador demanda nuestra devoción suprema, nuestra
primera lealtad. Todo lo que tienda a debilitar nuestro amor a Dios,
o a interferir con el servicio que le debemos, se convierte por eso
mismo en un ídolo. Para algunos, sus tierras, sus casas, sus mercade-
rías, son los ídolos que adoran. Emprenden actividades comerciales
con celo y energías, mientras al servicio a Dios se le da una con-
sideración secundaria. Se descuida el culto familiar y se olvida la
oración secreta.—
Hijos e Hijas de Dios, 59
.
Guardaos de descuidar la oración secreta y el estudio de la Pala-
bra de Dios. Estas son vuestras armas contra aquel que se esfuerza
por obstaculizar vuestro progreso hacia el cielo. El primer descuido
de la oración y del estudio de la Biblia hace más fácil el segundo.
La primera resistencia a los ruegos del Espíritu prepara el camino
para la segunda. De este modo se endurece el corazón y se hace
insensible la conciencia.—
Mensajes para los Jóvenes, 94
.
La oración esporádica nos desconecta de Dios
La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espi-
ritual. No puede ser sustituida por ningún otro medio de gracia, y
conservar, sin embargo, la salud del alma. La oración pone al co-
razón en inmediato contacto con la Fuente de la vida, y fortalece
los tendones y músculos de la experiencia religiosa. Descuídese el
ejercicio de la oración, u órese espasmódicamente, de vez en cuan-
do, según parezca propio, y se perderá la relación con Dios. Las
facultades espirituales perderán su vitalidad, la experiencia religiosa
carecerá de salud y vigor.—
Mensajes para los Jóvenes, 247, 248
.