Las actitudes en la oración
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Las oraciones en público deben ser claras, cortas y en tono
natural
Las oraciones largas de algunos ministros han sido un gran
fracaso. Orar un largo rato, como lo hacen algunos, está del todo
fuera de lugar. Lastiman la garganta y los órganos vocales, y luego
hablan de enfermarse por su ardua labor. Se perjudican sin que sea
necesario. Muchos piensan que la oración daña las cuerdas vocales
más que hablar. Esto se debe a la posición antinatural del cuerpo y al
modo de tener la cabeza. Pueden pararse y hablar, sin sentir molestia.
La posición en la oración debiera ser perfectamente natural. Las
oraciones largas cansan, y no están de acuerdo con el evangelio de
Cristo. Media hora, o aun un cuarto de hora es demasiado tiempo.
Unos pocos minutos son suficientes para presentarse ante Dios y
decirle lo que desean; y conseguirán que la gente los siga sin cansarse
ni disminuir su interés en la devoción y la oración. Así pueden ser
renovados y fortalecidos en lugar de quedar agotados.
Muchos han errado al hacer largas oraciones y largas predicacio-
nes, en tono alto y forzando la voz, en una tensión antinatural y un
tono antinatural.—
Testimonios para la Iglesia 2:545, 546
.
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Por vuestro propio ejemplo enseñad a orar con voz clara y en-
tendible. Enseñadles a levantar la cabeza de la silla y que no se
cubran nunca la cara con las manos. Así pueden ofrecer sus sencillas
oraciones, repitiendo al unísono el Padrenuestro.—
Conducción del
Niño, 495
.
Disciplinemos la mente a que preste atención durante la
oración
La oración diaria es algo esencial para el crecimiento en la
gracia, aun para la vida espiritual misma, como lo es el alimento
temporal para el bienestar físico. Debemos acostumbrarnos a elevar
los pensamientos a menudo a Dios en oración. Si la mente divaga,
debemos volverla de nuevo; por un esfuerzo perseverante, el hábito
por fin se impone como algo fácil.—
Reflejemos a Jesús, 92
.