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Nuestra necesidad de la oración
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presencia del Infinito. Tendrán conciencia de que la luz y la gloria del
cielo son para ellos, y se convertirán en personas refinadas, elevadas
y ennoblecidas por causa de esta asociación íntima con Dios. Tal
es el privilegio de los verdaderos cristianos.—
Testimonios para la
Iglesia 5:105, 106
.
La oración como la primera actividad del día
Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer
trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente
tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio.
Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto
diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos
tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te
lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de
Dios, y será así cada vez más semejante a la de Cristo.—
El Camino
a Cristo, 69, 70
.
La primera aspiración del alma por la mañana debe ser la de
acudir a la presencia de Jesús. “Sin mí—dice Cristo—nada podéis
hacer”. Jesús es lo que necesitamos: su luz, vida y espíritu deben
ser nuestros constantemente. Lo necesitamos cada hora. Y por la
mañana debemos pedir en oración que tal como el sol ilumina la
campiña y llena el mundo de luz, el Sol de justicia brille en los
recintos de la mente y el corazón, y nos haga todo luz en el Señor.
No podemos vivir un momento sin su presencia. El enemigo sabe
cuándo empezamos a hacer a un lado a nuestro Señor, y allí está él,
listo para envenenar nuestra mente con sus malvadas sugestiones
para que perdamos la firmeza; pero el Señor desea que momento
tras momento moremos en él, y así en él seremos plenos.—
Dios nos
Cuida, 41
.
La oración es un deber
Nada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que
un espíritu de agradecimiento y alabanza. Resistir a la melancolía,
a los pensamientos y sentimientos de descontento es un deber tan
positivo como el de orar.—
El Ministerio de Curación, 194
.
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