Página 43 - La Oraci

Basic HTML Version

Nuestra necesidad de la oración
39
Vigilad, hermanos, la primera disminución de vuestra luz, la
primera negligencia de la oración, el primer síntoma del sueño
espiritual.—
Testimonios Selectos 3:121
.
Es preciso que veléis para que el ajetreo de la vida no ocasione
el descuido de la oración cuando más necesitáis la fuerza que ella os
proveería. La santidad está en peligro de ser forzada fuera del alma
por el afán excesivo de los negocios. Es un gran mal negarle al alma
la fuerza y la sabiduría celestiales que esperan ser reclamadas por
vosotros. Necesitáis esa iluminación que solo Dios es capaz de dar.
Nadie está capacitado para atender sus negocios a menos que tenga
esta sabiduría.—
Testimonios para la Iglesia 5:529
.
Satanás engaña a quienes no oran
Todos los que no escudriñan fervientemente las Escrituras, ni so-
meten todo deseo y propósito de la vida a esa prueba infalible, todos
los que no buscan a Dios en oración para obtener el conocimiento de
su voluntad, se extraviarán seguramente de la buena senda, y caerán
bajo la seducción de Satanás.—
Testimonios para la Iglesia 5:179
.
Las tentaciones hacen necesaria la oración
La fortaleza adquirida al orar a Dios, unida al esfuerzo individual
y a la preparación de la mente para que sea considerada y cuidadosa,
prepara a la persona para los deberes diarios y conserva el espíritu
en paz bajo toda circunstancia, por penosa que sea. Las tentaciones
a que estamos expuestos diariamente hacen de la oración una nece-
sidad. A fin de que podamos ser guardados por el poder de Dios, por
medio de la fe, los deseos de la mente debieran ascender en forma
constante en oración silenciosa suplicando ayuda, luz, fortaleza y
conocimiento. Pero la meditación y la oración no pueden desplazar
el ferviente y fiel aprovechamiento del tiempo. Se necesita a la vez
trabajo y oración para perfeccionar el carácter cristiano.
[31]
Debemos vivir una vida doble: una vida de pensamiento y ac-
ción, de oración silenciosa y ferviente trabajo... Dios requiere de
nosotros que seamos cartas vivientes, conocidas y leídas por todos
los hombres. El alma que se vuelve a Dios en procura de fortaleza,
apoyo, poder, mediante diaria y ferviente oración, tendrá nobles as-