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La oración victoriosa
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oraciones importunas evidencian nuestra vigorosa confianza en Dios.
El sentimiento de nuestra necesidad nos induce a orar con fervor, y
nuestro Padre celestial es movido por nuestras súplicas.—
Palabras
de Vida del Gran Maestro, 136
.
Únicamente cuando pidamos en oración ferviente nos otorgará
Dios el deseo de nuestro corazón.—
Obreros Evangélicos, 268
.
Después de orar, hemos de seguir reclamando las promesas
Después de hecha la oración, si no obtenemos inmediatamente la
respuesta, no nos cansemos de esperar, ni nos volvamos inestables.
No vacilemos. Aferrémonos a la promesa: “Fiel es el que os ha
llamado; el cual también lo hará”.
1 Tesalonicenses 5:24
. Como
la viuda importuna, presentemos nuestros casos con firmeza de
propósito. ¿Es importante el objeto y de gran consecuencia para
nosotros? Por cierto que sí. Entonces, no vacilemos; porque tal
vez se pruebe nuestra fe. Si lo que deseamos es valioso, merece
un esfuerzo enérgico y fervoroso. Tenemos la promesa; velemos y
oremos. Seamos firmes, y la oración será contestada; porque, ¿no es
Dios quien ha formulado la promesa? Cuanto más nos cueste obtener
algo, tanto más lo apreciaremos cuando lo obtengamos. Se nos dice
claramente que si vacilamos, ni podemos pensar que recibiremos
algo del Señor. Se nos recomienda aquí que no nos cansemos, sino
que confiemos firmemente en la promesa. Si pedimos, él nos dará
liberalmente, sin zaherir.—
Testimonios para la Iglesia 2:119
.
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El señor no nos dejará volver vacíos
Cuando nos asalten las tentaciones y las pruebas, acudamos a
Dios para luchar con él en oración. No dejará que volvamos vacíos,
sino que nos dará fortaleza y gracia para vencer y quebrantar el
poderío del enemigo.—
Primeros Escritos, 46
.
La oración sin una fe viva no logra nada
La fe no es sentimiento. “Es pues la fe la sustancia de las co-
sas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”.
Hebreos 11:1
. La verdadera fe no va en ningún sentido aliada a la
presunción. Únicamente aquel que tiene verdadera fe está seguro