Página 57 - Primeros Escritos (1962)

Basic HTML Version

Visiones subsiguientes
53
hubieran estado los otros nueve, y tendríamos libertad para violarlos
todos, así como el cuarto. Vi que, por ser Dios inmutable, no había
cambiado el día de descanso; pero el papa lo había transferido del
séptimo al primer día de la semana, pues iba a cambiar los tiempos
y la ley.
También vi que si Dios hubiese cambiado el día de reposo del
séptimo al primer día, asimismo hubiera cambiado el texto del man-
damiento del sábado escrito en las tablas de piedra que están en el
arca del lugar santísimo del templo celestial, y diría así: El primer
día es el día de reposo de Jehová tu Dios. Pero vi que seguía diciendo
lo mismo que cuando el dedo de Dios lo escribió en las tablas de
piedra, antes de entregarlas a Moisés en el Sinaí: “Mas el séptimo
día es reposo para Jehová tu Dios.” Vi que el santo sábado es, y será,
el muro separador entre el verdadero Israel de Dios y los incrédulos,
así como la institución más adecuada para unir los corazones de los
queridos y esperanzados santos de Dios.
Vi que Dios tenía hijos que no reconocen ni guardan el sába-
do. No han rechazado la luz referente a él. Y al empezar el tiempo
de angustia, fuimos henchidos del Espíritu Santo, cuando salimos
a proclamar más plenamente el sábado
Esto enfureció las otras
iglesias y a los adventistas nominales
pues no podían refutar la
verdad sabática, y entonces todos los escogidos de Dios, compren-
diendo claramente que poseíamos la verdad, salieron y sufrieron
la persecución con nosotros. Vi guerra, hambre, pestilencia y gran-
[34]
dísima confusión en la tierra. Los impíos pensaron que nosotros
habíamos acarreado el castigo sobre ellos, y se reunieron en consejo
para raernos de la tierra, creyendo que así cesarían los males.
En el tiempo de angustia, huimos todos de las ciudades y pue-
blos, pero los malvados nos perseguían y entraban a cuchillo en
las casas de los santos; pero al levantar la espada para matarnos, se
quebraba ésta y caía tan inútil como una brizna de paja. Entonces
clamamos día y noche por la liberación, y el clamor llegó a Dios.
Salió el sol y la luna se paró. Cesaron de fluir las corrientes de aguas.
Aparecieron negras y densas nubes que se entrechocaban unas con
otras. Pero había un espacio de gloria fija, del que, cual estruendo de
[
Véase la página 85.
]
[
Véase el Apéndice.
]