Página 67 - Primeros Escritos (1962)

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La puerta abierta y cerrada
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los triunfos de la fe sin haber guardado el verdadero día de reposo,
dudaban de que éste fuese una prueba para nosotros ahora.
Los enemigos de la verdad presente han estado tratando de abrir
la puerta del lugar santo, que Jesús cerró, y de cerrar la puerta del
lugar santísimo, que él abrió en 1844, donde está el arca que contiene
las dos tablas de piedra en las cuales fueron escritos por el dedo de
Jehová los diez mandamientos.
En este tiempo de sellamiento Satanás está valiéndose de todo
artificio para desviar de la verdad presente el pensamiento del pueblo
de Dios y para hacerlo vacilar. Vi una cubierta que Dios extendía
sobre su pueblo para protegerlo en tiempo de aflicción; y toda alma
que se hubiese decidido por la verdad y fuese de corazón puro había
de ser cobijada por la cubierta del Todopoderoso.
Satanás sabía esto y obraba con gran poder para mantener va-
cilantes y perturbados acerca de la verdad a tantos como le fuese
posible. Vi que los golpes misteriosos de Nueva York y otros lugares
provenían del poder satánico, y que tales cosas se volverían cada vez
más comunes y se revestirían de un manto religioso, con el fin de
inducir a los engañados a sentirse seguros, y para desviar, si fuese
posible, la atención del pueblo de Dios hacia ellas y hacerle dudar
de las enseñanzas y del poder del Espíritu Santo
Vi que Satanás obraba de unas cuantas maneras mediante sus
agentes. Actuaba por intermedio de ministros que habían rechazado
la verdad y cedido a graves engaños para creer la mentira y ser
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condenados. Mientras predicaban y oraban, algunos caían postrados
y desvalidos, no por el poder del Espíritu Santo, sino por el de Satanás
infundido en esos agentes, y por su intermedio en la gente. Mientras
predicaban, oraban y conversaban, algunos adventistas profesos que
habían rechazado la verdad presente se valían del mesmerismo para
ganar adherentes, y la gente se regocijaba en esta influencia porque
pensaba que era la del Espíritu Santo. Hasta hubo algunos que
empleaban el mesmerismo y estaban tan sumidos en las tinieblas
y el engaño del diablo que creían ejercer un poder que Dios les
había dado. Tanto habían igualado a Dios consigo mismos que
consideraban su poder como cosa sin valor. (Véase el Apéndice.)
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Véase la página 86; también el Apéndice.
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