Página 263 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Del Mar Rojo al Sinaí
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Moisés aseguró a la congregación que sus necesidades serían sa-
tisfechas: “Jehová os dará a la tarde carne para comer, y a la mañana
pan en hartura; por cuanto Jehová ha oído vuestras murmuraciones.”
Y agregó: “Nosotros, ¿qué somos? vuestras murmuraciones no son
contra nosotros, sino contra Jehová.” Además le mandó a Aarón
que les dijera: “Acercaos a la presencia de Jehová; que él ha oído
vuestras murmuraciones.”
Mientras Aarón hablaba, “miraron hacia el desierto, y he aquí la
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gloria de Jehová, que apareció en la nube.” Un resplandor que nunca
antes habían visto simbolizaba la divina presencia. Mediante mani-
festaciones dirigidas a sus sentidos, iban a obtener un conocimiento
de Dios. A fin de que obedecieran a su voz y temieran su nombre, se
les iba a enseñar que el Altísimo era su jefe, y no meramente Moisés,
que era un hombre.
Al caer la noche, todo el campamento estuvo rodeado de enormes
bandadas de codornices, suficientes para suplir las demandas de toda
la multitud. Y por la mañana “he aquí sobre la haz del desierto una
cosa menuda, redonda, menuda como una helada sobre la tierra.” “Y
era como simiente de culantro, blanco.” El pueblo lo llamó maná.
Moisés dijo: Este “es el pan que Jehová os da para comer.” El pueblo
recogió el maná, y encontraron que había abundante provisión para
todos. “Molían en molinos, o majaban en morteros, y lo cocían en
caldera, o hacían de él tortas;” y era “su sabor como de hojuelas con
miel.”
Números 11:8
. Se les ordenó recoger diariamente un gome
para cada persona; y de él no habían de dejar nada para el otro día.
Algunos trataron de guardar una provisión para el día siguiente, pero
hallaron entonces que ya no era bueno para comer. La provisión para
el día debía juntarse por la mañana; pues todo lo que permanecía en
el suelo era derretido por el sol.
Al recoger el maná, algunos llevaban más y otros menos de la
cantidad indicada; pero “medíanlo por gomer, y no sobraba al que
había recogido mucho, ni faltaba al que había recogido poco.” Una
explicación de estas palabras, así como también la lección práctica
que se deriva de ellas, la da el apóstol Pablo en su segunda epístola
a los corintios. Dice: “Porque no digo esto para que haya para otros
desahogo, y para vosotros apretura; sino para que en este tiempo,
Algo más de dos litros