Página 440 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

Capítulo 43—La muerte de Moisé
En todo el trato que Dios tuvo con su pueblo, se nota, entremez-
clada con su amor y misericordia, la evidencia más sorprendente
de su justicia estricta e imparcial. Queda patente en la historia del
pueblo hebreo. Dios había otorgado grandes bendiciones a Israel.
Su amor bondadoso hacia él se describe de la siguiente manera
conmovedora: “Como el águila despierta su nidada, revolotea sobre
sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas:
Jehová solo le guió.”
Deuteronomio 32:11, 12
. ¡Y sin embargo, cuán
presta y severa retribución les infligía por sus transgresiones!
El amor infinito de Dios se manifestó en la dádiva de su Hijo
unigénito para redimir la familia humana perdida. Cristo vino a la
tierra con el objeto de revelar al hombre el carácter de su Padre,
y su vida rebosó de actos de ternura y de compasión divinas. Sin
embargo, Cristo mismo declara: “Hasta que perezca el cielo y la
tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley.”
Mateo 5:18
. La
misma voz que suplica con paciencia y amor al pecador para que
venga a él y encuentre perdón y paz, ordenará, en el juicio, a quie-
nes rechazaron su misericordia: “Apartaos de mí, malditos.”
Mateo
25:41
. En toda la Biblia, se representa a Dios, no sólo como un
padre tierno, sino también como un juez justo. Aunque se deleita en
manifestar misericordia, y “perdona la iniquidad, la rebelión, y el
pecado,” de “ningún modo justificará al malvado.”
Éxodo 34:7
.
El gran Soberano de todas las naciones había declarado que
Moisés no habría de introducir a la congregación de Israel en la
buena tierra, y la súplica fervorosa del siervo de Dios no pudo con-
seguir que su sentencia se revocara. El sabía que había de morir.
[503]
Sin embargo, no había vacilado un solo momento en su cuidado de
Israel. Con toda fidelidad, había procurado preparar a la congrega-
ción para su entrada en la herencia prometida. A la orden divina,
Moisés y Josué fueron al tabernáculo, mientras que la columna de
nube descendía y se asentaba sobre la puerta. Allí el pueblo le fué
encargado solemnemente a Josué. La obra de Moisés como jefe de
436