Página 107 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Un signo de grandeza
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Todas las fuerzas satánicas no tienen poder para vencer a un alma
que con fe sencilla se apoya en Cristo. “El da esfuerzo al cansado, y
multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos
perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”. El Señor
dice: “Conoce empero tu maldad, porque contra Jehová tu Dios
has prevaricado”. “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis
limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos,
os limpiaré”
Pero debemos tener un conocimiento de nosotros mismos, un
conocimiento que nos lleve a la contrición, antes de que podamos
encontrar perdón y paz. El fariseo no sentía ninguna convicción de
pecado. El Espíritu Santo no podía obrar en él. Su alma estaba reves-
tida de una armadura de justicia propia que no podía ser atravesada
por los aguzados y bien dirigidos dardos de Dios arrojados por ma-
nos angélicas. Cristo puede salvar únicamente al que reconoce que
es pecador. El vino “para sanar a los quebrantados de corazón; para
pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en
libertad a los quebrantados”. Pero “los que están sanos no necesitan
médico”
Debemos conocer nuestra verdadera condición, pues de
lo contrario no sentiremos nuestra necesidad de la ayuda de Cristo.
Debemos comprender nuestro peligro, pues si no lo hacemos, no
huiremos al refugio. Debemos sentir el dolor de nuestras heridas, o
no desearemos curación.
El Señor dice: “Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido
y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un
cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo; yo te amonesto que
de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas
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vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza
de tu desnudez, y unge tus ojos con colirio, para que veas”
El oro
afinado en el fuego es la fe que obra por el amor. Sólo esto puede
ponernos en armonía con Dios. Podemos ser activos, podemos hacer
mucha obra; pero sin amor, un amor tal como el que moraba en el
corazón de Cristo, nunca podremos ser contados en la familia del
cielo.
Ningún hombre por sí mismo puede comprender sus errores.
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién
lo conocerá?
Quizá los labios expresen una pobreza de alma