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Palabras de Vida del Gran Maestro
Los rabinos tenían el dicho de que hay regocijo en el cielo cuando
es destruido uno que ha pecado contra Dios; pero Jesús enseñó que
la obra de destrucción es una obra extraña; aquello en lo cual todo el
cielo se deleita es la restauración de la imagen de Dios en las almas
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que él ha hecho.
Cuando alguien que se haya extraviado grandemente en el peca-
do trate de volver a Dios, encontrará crítica y desconfianza. Habrá
quienes pongan en duda la veracidad de su arrepentimiento, o que
murmurarán: “No es firme; no creo que se mantendrá”. Tales perso-
nas no están haciendo la obra de Dios sino la de Satanás, que es el
acusador de los hermanos. Mediante sus críticas, el maligno trata de
desanimar a aquella alma, y llevarla aún más lejos de la esperanza
y de Dios. Contemple el pecador arrepentido el regocijo del cielo
por su regreso. Descanse en el amor de Dios, y en ningún caso se
descorazone por las burlas y las sospechas de los fariseos.
Los rabinos entendieron que la parábola de Cristo se aplicaba a
los publicanos y pecadores; pero también tiene un significado más
amplio. Cristo representa con la oveja perdida no sólo al pecador
individual, sino también al mundo que ha apostatado y ha sido
arruinado por el pecado. Este mundo no es sino un átomo en los
vastos dominios que Dios preside. Sin embargo, este pequeño mundo
caído, la única oveja perdida, es más precioso a su vista que los
noventa y nueve que no se descarriaron del aprisco. Cristo, el amado
Comandante de las cortes celestiales, descendió de su elevado estado,
puso a un lado la gloria que tenía con el Padre, a fin de salvar al
único mundo perdido. Para esto dejó allá arriba los mundos que no
habían pecado, los noventa y nueve que le amaban, y vino a esta
tierra, para ser “herido... por nuestras rebeliones” y “molido por
nuestros pecados”
Dios se dio a sí mismo en su Hijo para poder
tener el gozo de recobrar la oveja que se había perdido.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados
hijos de Dios”
Y Cristo dijo: “Como tú me enviaste al mundo,
también los he enviado al mundo”, para cumplir “lo que falta de las
aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia”
Cada alma
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que Cristo ha rescatado está llamada a trabajar en su nombre para la
salvación de los perdidos. Esta obra había sido descuidada en Israel.
¿No es descuidada hoy día por los que profesan ser los seguidores
de Cristo?