La esperanza de la vida
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Cristo lo arriesgó todo. Por nuestra redención el cielo mismo se puso
en peligro. Podréis estimar el valor de un alma al pie de la cruz,
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recordando que Cristo habría entregado su vida por un solo pecador.
Si estáis en comunión con Cristo, estimaréis a cada ser humano
como él lo estima. Sentiréis hacia otros el mismo amor profundo
que Cristo ha sentido por nosotros. Entonces podréis ganar y no
ahuyentar, atraer y no repeler a aquellos por quienes él murió. Nadie
podría haber sido llevado de vuelta a Dios si Cristo no hubiese hecho
un esfuerzo personal por él; y mediante esa obra personal podemos
rescatar las almas. Cuando veáis a los que van a la muerte, no
descansaréis en completa indiferencia y tranquilidad. Cuanto mayor
sea su pecado y más profunda su miseria, más fervientes y tiernos
serán vuestros esfuerzos por curarlos. Comprenderéis la necesidad
de los que sufren, los que han pecado contra Dios y están oprimidos
por una carga de culpabilidad. Vuestro corazón sentirá simpatía
por ellos, y les extenderéis una mano ayudadora. Los llevaréis a
Cristo en los brazos de vuestra fe y amor. Velaréis sobre ellos y los
animaréis, y vuestra simpatía y confianza hará que les sea difícil
perder su constancia.
Todos los ángeles del cielo están dispuestos a cooperar en esta
obra. Todos los recursos del cielo están a disposición de los que
tratan de salvar a los perdidos. Los ángeles os ayudarán a llegar hasta
los más descuidados y endurecidos. Y cuando uno se vuelve a Dios,
se alegra todo el cielo; los serafines y los querubines tañen sus arpas
de oro, y cantan alabanzas a Dios y al Cordero por su misericordia y
bondad amante hacia los hijos de los hombres.
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Salmos 119:176
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Miqueas 7:18
.
Ezequiel 34:12
.
Romanos 3:11, 12
.
Isaías 53:5
.
1
Juan 3:1
.
Juan 17:18
;
Colosenses 1:24
.
Isaías 8:18
.
Marcos 15:34
.