Capítulo 2—Consejos y advertencias
Una novia infanti
—¡Pobre muchacha! Se casó cuando era
apenas una criatura que todavía necesitaba el cuidado materno. Su
casamiento fue un evento desdichado. Era una niña. Su salud era
precaria y su esposo, severo y arbitrario. Era demasiado joven para
hacerse de un compañero de la vida. El no podía respetarla como
tal. La manejaba como un tirano. Ya están separados; ella lo odia
profundamente, y él no siente amor alguno por ella.—
Manuscrito 4,
1873
.
Los compromisos que se prolongan no son sabios
—Me apena
que Ud. se haya envuelto en galanteos con Nelly. En primer lugar,
porque su ansiedad por el asunto es prematura. El sano juicio y la
discreción lo hubieran llevado a esperar uno o dos años más. Pero,
para Ud., escoger a alguien para que ocupe su mente y afectos por
ese tiempo, no habría sido prudente, como tampoco lo hubiera sido
para aquella hacia quien Ud. dirige sus atenciones.
Afecto prematuro
—Hablo de lo que sé sobre este asunto: La
mejor conducta que Ud. y Nelly deberían haber seguido era aban-
donar totalmente el asunto, pues nada bueno podrá resultar de tal
relación. Si Ud. continúa prodigándole atenciones se descalificará
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para sus ocupaciones y obstruirá su camino hacia una educación
cabal que afirme sus hábitos corporales y mentales. Además, prodi-
garle prematuramente sus afectos es obrar injustamente; para con
Ud. mismo y con cualquier otra joven. Se me ha mostrado lo malo
de compromisos prematuros tales, especialmente cuando un joven
se encuentra lejos de su hogar y tiene que elegir la compañera de la
vida sin el ojo discriminador de su madre. No es seguro confiar en
su propio juicio. La inquietud temprana relacionada con el asunto
del noviazgo y el casamiento desviará su mente del trabajo y el
estudio, y ejercerá una influencia desmoralizadora sobre Ud. y la
persona a quien corteja con atenciones. Se manifestará en ambos una
vana precocidad en el comportamiento; la infatuación los invadirá
Se desconoce la edad de la joven en el momento de casarse.
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