Página 156 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
a Dios
y a Cristo Jesús a quien él ha enviado, un gozo inefable
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llenará el alma. ¡Oh, cuánto necesitamos la presencia divina! Todo
obrero debiera estar exhalando su oración a Dios por el bautismo del
Espíritu Santo. Debieran reunirse grupos para pedir a Dios ayuda
especial, sabiduría celestial, a fin de que el pueblo de Dios sepa
cómo planear, proyectar y ejecutar la obra.
Especialmente deben orar los hombres porque el Señor elija sus
instrumentos y bautice a sus misioneros con el Espíritu Santo. Du-
rante diez días oraron los discípulos antes que viniera la bendición
pentecostal. Se necesitó todo ese tiempo para que pudieran com-
prender lo que significaba ofrecer una oración eficaz, acercarse más
y más a Dios, confesar sus pecados, humillar sus corazones delante
del Señor, contemplar a Jesús por la fe y ser transformados a su
imagen. Cuando la bendición vino, llenó todo el lugar donde estaban
reunidos, y dotados de poder, salieron a hacer una obra eficaz para
el Maestro.
La selección de hombres para el ministerio
La tarea de elegir hombres para la sagrada obra encomendada en
nuestras manos ha sido encarada con demasiada liviandad. A con-
secuencia de este descuido, están trabajando en campos misioneros
hombres inconversos, llenos de lujuria, desagradecidos, sin santidad.
Aun cuando algunos de ellos han sido reprendidos a menudo, no
han cambiado su conducta y sus prácticas sensuales traen oprobio a
la causa de Dios. ¿Cuál será el fruto de una labor tal? ¿Por qué no
recuerdan todos nuestros obreros que de toda palabra, buena o mala,
han de dar cuenta en el día del juicio? Toda inspiración del Espíritu
Santo que guía a los hombres a la bondad y a Dios es anotada en los
libros del cielo, y el obrero a través del cual el Señor ha traído luz
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será alabado en el día del Señor. Si los obreros se dieran cuenta de
la responsabilidad eterna que descansa sobre ellos, ¿emprenderían
la obra sin un profundo sentido de su carácter sagrado? ¿No debe-
ríamos esperar que se vea la obra profunda del Espíritu de Dios en
los hombres que se presentan para abrazar el ministerio?
El apóstol dice: “Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para
los deseos de la carne”. Presten todos atención a estas palabras, y
7—T. M.