Página 345 - Testimonios para los Ministros (1979)

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A los obreros de Dios
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na. Deben recordar siempre que son siervos de Dios y que están a
su servicio
Mensajeros de Dios
El Señor quiere que su pueblo se aparte de todo lo que no esté de
acuerdo con las Escrituras con respecto al ministerio. Los hombres
llamados al ministerio no deben ser convertidos en ídolos, no debe
mirárselos con reverencia supersticiosa; y no debe considerarse que,
debido al poder que les otorga su investidura, el pecado en ellos
pierde su carácter ofensivo. Su mismo oficio hace que el pecado en
ellos sea más excesivamente pecaminoso, pues al cometer pecado se
convierten en ministros del pecado, agentes de Satanás, por medio
de los cuales éste puede trabajar con éxito para perpetuar el pecado.
Todos deben tener en cuenta que Satanás dirige esfuerzos es-
peciales contra el ministerio. El sabe que el ministerio es tan sólo
un instrumento humano que no posee gracia o santidad inherentes.
Sabe que es un medio que Dios ha ordenado para que fuera poderoso
en la salvación de las almas y que es eficiente sólo cuando Dios, el
Espíritu eterno, lo hace así. Sabe que el tesoro del Evangelio está en
vasos de barro, que es solamente el poder de Dios el que puede ha-
cerlos vasos de honra. Ellos pueden cultivar la viña; un Pablo puede
plantar y un Apolos regar, pero sólo Dios puede dar el crecimiento.
Dios nunca ha dejado a su iglesia sin testimonio. En todas las
escenas de prueba, de oposición y persecución en medio de las tinie-
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blas morales por las cuales pasó la iglesia, él ha tenido hombres para
la oportunidad, que han estado preparados para asumir su obra en
diferentes etapas y hacerla avanzar hacia adelante y hacia arriba. Por
medio de los patriarcas y de los profetas reveló su verdad a su pueblo.
Cristo era el maestro de su pueblo de antaño tan ciertamente como
lo fue cuando vino al mundo, vestido de los atavíos de la humanidad.
Escondiendo su gloria tras la forma humana, a menudo apareció a
su pueblo y habló con sus hijos “cara a cara, como habla cualquiera
a su compañero”. El, su invisible Caudillo, estaba envuelto en la
columna de fuego y de nube y hablaba a su pueblo por medio de
[
Estudio adicional:
Testimonies for the Church 6:89, 90, 442
;
Testimonios para la
Iglesia 8:28, 29, 36
;
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación
Cristiana, 98
;
El Deseado de Todas las Gentes, 376, 377
.
]