Capítulo 18—Principios vitales acerca de nuestras
relaciones mutuas
Jehová es nuestro re
Dios me ha revelado muchas cosas que me ha pedido transmita a
su pueblo mediante la pluma y la voz. Por medio de este mensaje del
Espíritu Santo, se le dan al pueblo de Dios sagradas instrucciones
concernientes a su deber hacia el Señor y hacia sus semejantes.
Algo extraño ha ocurrido en nuestras iglesias. Los hombres
que han sido puestos en cargos de responsabilidad para que sean
sabios ayudantes de sus colaboradores, han llegado a creer que se
los ha designado reyes y gobernantes en las iglesias, para decir a
este hermano: Haz esto; y a este otro: Haz aquello; y aun a este otro:
Trabaja precisamente de esta manera. Ha habido lugares donde se
les ha dicho a los obreros que si no seguían las instrucciones de estos
hombres responsables, no recibirían su sueldo de la asociación.
Es bueno que los obreros se consulten mutuamente como herma-
nos; pero el hombre que trata de inducir a sus colaboradores a que
busquen su consejo personal con respecto a los detalles de su tarea, y
a recibir instrucción de él con relación a sus deberes, está en peligro,
y necesita aprender cuáles son realmente las responsabilidades de su
cargo. Dios no ha designado a nadie para que sea conciencia de sus
semejantes. No es prudente depositar tanta responsabilidad sobre un
administrador al extremo de que se sienta obligado a convertirse en
dictador.
Un peligro constante
Durante años se ha manifestado entre los hombres que ocupan
cargos de responsabilidad la tendencia creciente a dominar la he-
redad de Dios, privando de ese modo a los miembros de la iglesia
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de su penetrante sentido de la necesidad de instrucción divina y de
su aprecio del privilegio de pedir consejo a Dios en cuanto a su
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Tomado de
Special Testimonies, Serie B, 10:12-20
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