Página 98 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
que os humilléis prestamente delante de Dios y confeséis vuestros
pecados, que son muchos, demasiado tarde veréis que habéis estado
luchando contra Dios. Por la convicción del Espíritu Santo, que no
contenderá por más tiempo para producir reforma y perdón, veréis
que estos hombres contra los cuales habéis hablado han sido como
señales en el mundo, como testigos de Dios. Entonces querréis dar
todo el mundo si pudierais redimir el pasado, y ser hombres celosos
como ellos, movidos por el Espíritu de Dios para alzar vuestra voz
en solemne amonestación al mundo; y, como ellos, ser firmes como
una roca en los principios. El Señor sabe que estáis dando vuelta
completamente las cosas. Seguid un poco más como habéis andado,
rechazando la luz del cielo, y estaréis perdidos. “Y el que fuere
inmundo, y no se purificare, la tal persona será cortada de entre la
congregación”.
No tengo un mensaje suave para presentar a aquellos que han
sido por tanto tiempo como falsos postes indicadores que señalan
el camino equivocado. Si rechazáis a los mensajeros designados
por Cristo, rechazáis a Cristo. Descuidad esta gran salvación, que
ha sido mantenida ante vosotros durante años, despreciad esta glo-
riosa oferta de justificación por medio de la sangre de Cristo, y de
santificación mediante el poder purificador del Espíritu Santo, y no
quedará más sacrificio por el pecado, sino una horrenda expectación
de juicio y de hervor de fuego. Os ruego que os humilléis y ceséis
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en vuestra obstinada resistencia a la luz y la evidencia. Decid al
Señor: Mis iniquidades han hecho separación entre mí y mi Dios.
Señor, perdona mis transgresiones. Borra mis pecados de tu libro de
memoria. Gracias a su santo nombre, hay perdón en él, y podéis ser
convertidos y transformados.
“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las
cenizas de la becerra, rociadas a los inmundos, santifican para la
purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual
mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,
limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al
Dios vivo?
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Estudio adicional:
Obreros Evangélicos, 312-319
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