Economía en el establecimiento de los sanatorios
Como pueblo elegido de Dios no podemos copiar las costumbres
y prácticas del mundo, ni imitar la moda que en él impera. No se
nos ha dejado en tal ignorancia que hayamos de conformarnos a
los modelos que nos ofrece el mundo y contar con la apariencia
para que nuestras empresas tengan éxito. El Señor nos ha dicho de
dónde proviene nuestra fuerza: “No con ejército, ni con fuerza, sino
con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 4:6
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Cuando lo juzga bueno, el Señor da a quienes guardan su Palabra
poder para ejercer fuerte influencia en favor del bien. De hecho, ellos
dependen de Dios, y a él tendrán que dar cuenta de la manera en
que empleen los talentos que les confió. Deben comprender que son
administradores de los bienes del Señor y que deben glorificar su
nombre.
La ostentación no es deseable
Los que hayan puesto todos sus afectos en Dios tendrán éxito.
En Cristo, se perderán a sí mismos de vista y los atractivos del
mundo no tendrán ningún poder para apartarlos de la obediencia.
Comprenderán que los adornos exteriores no dan fuerza. No es
una apariencia importante la que representa de una manera correcta
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la obra que debemos realizar como pueblo elegido de Dios. Los
que trabajan en relación con nuestra obra pro salud deben estar
adornados de la gracia de Cristo. Ello les permitirá ejercer la mayor
influencia que sea dable ejercer para el bien
El Señor obra de buena fe con nosotros. Nos hace promesas a
condición de que cumplamos fielmente su voluntad. Por esto, cuando
se trata de construir sanatorios, debemos darle el primer lugar, el
último y el mejor.
Los que sirven a Dios deben velar para que su gusto por la
ostentación no arrastre a otros a los placeres fáciles y a la vanidad.
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Testimonies for the Church 7:90-94 (1902)
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