Un llamamiento responsable
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No se preocupará por inculcar en los jóvenes la necesidad de vencer
el hábito antes que se vuelva permanente. Si él mismo usa el tabaco,
¿cómo puede hablarles de sus efectos malignos a los jóvenes sin
experiencia, y no sólo sobre ellos mismos, sino también sobre los
que los rodean?..
Entre toda la gente del mundo, el médico y el ministro deberían
ser las personas que cultiven los más estrictos hábitos de temperan-
cia. El bienestar de la sociedad demanda de ellos una abstinencia
total, puesto que su influencia habla constantemente en favor o en
contra de la reforma moral o del mejoramiento de la sociedad. Pecan
voluntariamente si ignoran las leyes de la salud o se muestran indife-
rentes hacia ellas, puesto que los demás los consideran personas más
sabias que la demás gente. Esto es epecialmente cierto con respecto
a los médicos, a quienes se les han confiado las vidas de los seres
humanos. Se espera que ellos no participen de ningún hábito que
pudiera debilitar sus fuerzas vitales...
No debemos preguntarnos qué hace el mundo, sino: ¿qué están
haciendo los profesionales con respecto a la maldición del uso del
tabaco que prevalece por todas partes? ¿Serán fieles en seguir los
dictados de la razón inteligente, los hombres a quienes Dios ha con-
cedido entendimiento y que ocupan una posición de responsabilidad
sagrada? ¿Llegarán a ser hombres y mujeres a quienes se puede
seguir, estos individuos responsables que tienen bajo su cuidado
a personas cuya influencia se ejercerá para el bien o para el mal?
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¿Enseñarán ellos, por precepto y ejemplo, a obedecer las leyes que
gobiernan el organismo físico? Si no le dan un uso práctico al co-
nocimiento que tienen de las leyes que gobiernan su propio ser, si
prefieren la gratificación pasajera antes que la sanidad de la mente
y el cuerpo, no están preparados para que se les confíen las vidas
ajenas. Tienen el deber moral de mantener la dignidad que Dios les
ha dado, libre de la esclavitud de cualquier apetito o pasión.
La persona que fuma o mastica tabaco comete un perjuicio, no
solamente contra sí misma, sino también contra todas las personas
con quienes llega a relacionarse. Si hay que obtener los servicios de
un médico, se debe pasar por alto al adicto al tabaco. Nunca podría
ser un consejero seguro. Si la enfermedad tiene su raíz en el uso
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Testimonies for the Church 5:439-449 (1885)
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