Página 419 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Sumisión y fe
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Ya no trazamos directivas, ni procuramos hacer que el Señor
cumpla nuestros deseos. Si la vida de los enfermos puede glorificarlo,
oramos que vivan, pero no que se haga como nosotros queremos,
sino como él quiere. Nuestra fe puede ser muy firme e implícita si
rendimos nuestro deseo al Dios omnisapiente, y sin ansiedad febril,
con perfecta confianza, se lo consagramos todo a él. Tenemos la
promesa. Sabemos que él nos oye si pedimos de acuerdo con su
voluntad.
Nuestras peticiones no deben cobrar forma de órdenes, sino de
una intercesión para que él haga las cosas que deseamos que haga.
Cuando la iglesia esté unida, tendrá fuerza y poder; pero cuando
parte de sus miembros están unidos al mundo, y muchos están en-
tregados a la avaricia, que Dios aborrece, poco puede hacer el Señor
por ella. La incredulidad y el pecado nos apartan de Dios. Somos tan
débiles que no podemos soportar mucha prosperidad espiritual; co-
rremos el riesgo de atribuirnos la gloria y de considerar que nuestra
bondad y justicia son los motivos de la señalada bendición de Dios,
cuando todo se debe a la gran misericordia y el amor de nuestro
compasivo Padre celestial, y no a cosa buena alguna que haya en
nosostros
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Referencia para estudio adicional:
El Ministerio de Curación, 38-48
, “El toque de
la fe”.
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