Página 583 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Ejemplo del médico misionero
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todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos,
ése es mi hermano, y hermana, y madre”.
Mateo 12:48-50
La enemistad encendida en el corazón humano contra el Evan-
gelio, fue sentida profundamente por el Hijo de Dios, y le resultaba
más dolorosa en su hogar; porque su propio corazón se encontraba
lleno de bondad y amor, y apreciaba una tierna consideración en las
relaciones familiares. Pero sus hermanos, con sus conceptos restrin-
gidos, no podían apreciar plenamente la misión que vino a cumplir,
y por lo tanto no podían simpatizar con él en sus pruebas.
Enemistad de los fariseos
A algunas de las personas que sanaba, Jesús les encargaba que no
lo dijeran a nadie. Sabía que cuanto más los fariseos y los dirigentes
escucharan acerca de sus milagros, tanto más procurarían entorpecer
su obra. Pero a pesar de sus precauciones, “su fama se extendía más
y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase
de sus enfermedades”.
Lucas 5:15
. Una vez tras otra era seguido
por los sacerdotes, quienes manifestaban sus violentos sentimientos
contra él a fin de despertar la enemistad de la gente. Pero cuando ya
no podía permanecer con seguridad en un lugar, se trasladaba a otro.
Cuando nosotros llevemos a cabo obra médica misionera, tam-
bién encontraremos la misma oposición que Cristo encontró. El
declara: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre;
mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Cuando os persi-
gan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no
acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el
Hijo del Hombre”.
Mateo 10:22-23
.
La vida de Cristo y su ministerio en favor de los afligidos se
encuentran inseparablemente relacionados. Por la luz que se me ha
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dado, sé que debiera existir siempre una relación íntima entre la
obra médica misionera y el ministerio evangélico. Se encuentran
vinculados en sagrada unión, como una sola obra, y nunca debieran
separarse. Los principios del cielo deben adoptarse y practicarse por
parte de los que pretenden andar en los pasos del Salvador. El nos
ha mostrado mediante su ejemplo que la obra médica misionera no
debe tomar el lugar de la predicación del Evangelio, sino que debe
[
The Review and Herald, 9 de junio de 1904
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