Página 743 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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“Paz a vosotros”
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a Cristo si hubiese estado dispuesto a creer por el testimonio de sus
hermanos. Si el mundo siguiese ahora el ejemplo de Tomás, nadie
creería en la salvación; porque todos los que reciben a Cristo deben
hacerlo por el testimonio de otros.
Muchos aficionados a la duda se disculpan diciendo que si tu-
viesen las pruebas que Tomás recibió de sus compañeros, creerían.
No comprenden que no solamente tienen esa prueba, sino mucho
más. Muchos que, como Tomás, esperan que sea suprimida toda
causa de duda, no realizarán nunca su deseo. Quedan gradualmente
confirmados en la incredulidad. Los que se acostumbran a mirar el
lado sombrío, a murmurar y quejarse, no saben lo que hacen. Están
sembrando las semillas de la duda, y segarán una cosecha de duda.
En un tiempo en que la fe y la confianza son muy esenciales, muchos
se hallarán así incapaces de esperar y creer.
En el trato que concedió a Tomás, Jesús dió una lección para sus
seguidores. Su ejemplo demuestra cómo debemos tratar a aquellos
cuya fe es débil y que dan realce a sus dudas. Jesús no abrumó a
Tomás con reproches ni entró en controversia con él. Se reveló al que
dudaba. Tomás había sido irrazonable al dictar las condiciones de
su fe, pero Jesús, por su amor y consideración generosa, quebrantó
todas las barreras. La incredulidad queda rara vez vencida por la
controversia. Se pone más bien en guardia y halla nuevo apoyo y
excusa. Pero revélese a Jesús en su amor y misericordia como el
Salvador crucificado, y de muchos labios antes indiferentes se oirá
el reconocimiento de Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!”
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Apocalipsis 3:20
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1 Corintios 13:12
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2 Timoteo 4:2
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Gálatas 5:21
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1 Juan 1:9
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Miqueas 7:19
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Hechos 4:12
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