“¿No es éste el hijo del carpintero?”
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Si Cristo hubiese encauzado la atención general hacia los fariseos
y ensalzado su saber y piedad, le habrían recibido con gozo. Pero
cuando hablaba del reino de Dios como dispensación de misericordia
para toda la humanidad, presentaba una fase de la religión que ellos
no querían tolerar. Su propio ejemplo y enseñanza no habían tendido
nunca a hacer deseable el servicio de Dios. Cuando veían a Jesús
prestar atención a aquellos a quienes ellos odiaban y repelían, se
excitaban las peores pasiones de sus orgullosos corazones. Con toda
su jactancia de que bajo el “León de la tribu de Judá
Israel sería
exaltado a la preeminencia sobre todas las naciones, podrían haber
soportado la defraudación de sus ambiciosas esperanzas mejor que
la reprensión de sus pecados de parte de Cristo y el oprobio que
sentían en presencia de su pureza.
[211]
Isaías 61:2
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Miqueas 7:18
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Lucas 13:35 (VM)
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Apocalipsis 5:5
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