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El Deseado de Todas las Gentes
sonido. Con interés intenso y doloroso, aguardan todos la prueba de
la divinidad de Cristo, la evidencia que ha de comprobar su aserto
de que es Hijo de Dios, o extinguir esa esperanza para siempre.
Hay agitación en la tumba silenciosa, y el que estaba muerto se
pone de pie a la puerta del sepulcro. Sus movimientos son trabados
por el sudario en que fuera puesto, y Cristo dice a los espectadores
asombrados: “Desatadle, y dejadle ir.” Vuelve a serles demostrado
que el obrero humano ha de cooperar con Dios. La humanidad ha
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de trabajar por la humanidad. Lázaro queda libre, y está de pie ante
la congregación, no demacrado por la enfermedad, ni con miembros
débiles y temblorosos, sino como un hombre en la flor de la vida,
provisto de una noble virilidad. Sus ojos brillan de inteligencia y de
amor por su Salvador. Se arroja a los pies de Jesús para adorarle.
Los espectadores quedan al principio mudos de asombro. Luego
sigue una inefable escena de regocijo y agradecimiento. Las herma-
nas reciben a su hermano vuelto a la vida como el don de Dios, y con
lágrimas de gozo expresan en forma entrecortada su agradecimiento
al Salvador. Y mientras el hermano, las hermanas y los amigos se re-
gocijan en esta reunión, Jesús se retira de la escena. Cuando buscan
al Dador de la vida, no le pueden hallar.
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2 Pedro 2:9
.
1
Juan 5:12
.
Marcos 5:39
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