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La Educación
Nuestros placeres y nuestros disgustos,
Son peldaños por medio de los cuales podemos ascender”.
No hemos de mirar “las cosas que se ven, sino las que no se ven;
pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas
Al sacrificar los deseos e inclinaciones egoístas cambia-
mos cosas sin valor y transitorias por cosas preciosas y duraderas.
Esto no es sacrificio, sino ganancia infinita.
[267]
“Algo mejor” es el santo y seña de la educación, la ley de toda
vida verdadera. Al pedirnos Cristo que abandonemos alguna cosa,
nos ofrece en su lugar otra mejor. A menudo los jóvenes albergan
propósitos y anhelan ocupaciones y placeres que no parecen ma-
los, pero que distan mucho de ser buenos. Desvían la vida de su
más noble propósito. Las medidas arbitrarias o la acusación directa
pueden ser insuficientes para guiar a esos jóvenes a renunciar a lo
que desean. Hay que dirigirlos a algo mejor que la ostentación, la
ambición o la complacencia. Ponerlos en contacto con una belleza
más verdadera, con principios más elevados y con vidas más nobles.
Hemos de permitirle ver a Aquel que es “del todo amable”. Una vez
que la mirada se fija en él, la vida halla su centro. El entusiasmo, la
devoción generosa, el ardor apasionado de la juventud hallan en esto
su verdadero objeto. El deber llega a ser un deleite y el sacrificio un
placer. Honrar a Cristo, ser semejantes a él, es la suprema ambición
de la vida, y su mayor gozo.
“El amor de Cristo nos constriñe
[268]
[269]
Josué 24:15
.
Proverbios 14:9
.
Proverbios 5:22
.
Salmos 119:45, 24
.
Lucas 6:31
.
Hebreos 5:2
.
2 Corintios 4:18
.
2 Corintios 5:14
.