La elección de esposo o de esposa
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En esto cometen terribles errores aun personas que se dicen
cristianas, cuya vida se distingue por su integridad, y que parecen
sensatas en todo otro asunto. Revelan una voluntad obstinada que
ningún razonamiento puede cambiar. Se quedan tan fascinados por
sentimientos e impulsos humanos que no tienen deseo de escudriñar
la Biblia ni de estrechar su relación con Dios.
Cuando se ha violado un mandamiento del Decálogo, es casi
seguro que se darán otros pasos hacia abajo. Una vez eliminadas
las vallas de la modestia femenina, la licencia más vil no parece
excesivamente pecaminosa. ¡Ay¡ ¡Cuán terribles resultados de la
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influencia de la mujer para el mal pueden testificarse en el mundo
hoy! Las seducciones de las “extrañas” encierran a miles en celdas
de cárcel, muchos se quitan la vida y otros tronchan vidas ajenas.
¡Cuán ciertas son las palabras inspiradas: “Sus pies [los de la extraña]
descienden a la muerte; sus pasos conducen al sepulcro”!
Se han colocado faros de advertencia a cada lado del camino
de la vida para impedir que los hombres se acerquen al terreno
peligroso y prohibido; pero, a pesar de esto, son muchedumbres los
que eligen la senda fatal, contra los dictados de la razón, sin tener
en cuenta la ley de Dios, y en abierto desafío de su venganza.
Los que quieran conservar la salud física, un intelecto vigoroso
y una moral sana deben escuchar la orden: “Huye... de las pasiones
juveniles”. Los que quieren hacer esfuerzos celosos y decididos para
detener la maldad que alza en nuestro medio su atrevida y presun-
tuosa cabeza son odiados y calumniados por todos los obradores de
maldad, pero serán honrados y recompensados por Dios
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El hogar adventista (1894), 34-38
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El hogar adventista (1894), 41, 42
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El hogar adventista (1894), 60-65
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El hogar adventista (1894), 46
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El hogar adventista (1894), 42, 43, 47-50
.